OBSERVACIONES HISTÓRICAS SOBRE
EL ARLEQUÍN PORTUGUÉS
Giuliano Passignani
Cuando en una exposición he visto por
primera vez el Arlequín Portugués, sin detenerme a valorarlo justamente, le
llamé con ironía el Brutillo Portugués. Esta
ocurrencia mía fue tomada de forma muy benevolente por los presentes, y estos
rieron. Hasta entonces el Arlequín Portugués no había tenido reconocimiento internacional. En los
años siguientes me invitaron a juzgar el concurso Almadense y el Arlequín portugués ya estuvo siempre presente. En los años siguientes con mis
viajes de Florencia a Lisboa, mi juicio y opinión del Arlequín Portugués se
hizo más y más condescendiente.
Observando
atentamente esta nueva raza me convencía que tenía todos los requisitos para
ser reconocida en el campo internacional.
La ocasión para el reconocimiento internacional no se hizo esperar; en
el campeonato mundial de ornitología celebrado en Piacenza, al finalizar dos
jornadas de enjuiciamiento, junto a otros jueces internacionales expertos fui
llamado para formar parte de la Comisión encargada de enjuiciar y dar nuestro
parecer sobre las nuevas razas expuestas.
Entre
estas razas estaba el Arlequín Portugués, con ejemplares con moña y con cabeza
lisa, y sujetos presentados de forma individual y en equipo. Después de varios
años se me presentaba la ocasión para valorar su estándar más atentamente y
poder por tanto enjuiciar el Arlequín Portugués.
Antes
del enjuiciamiento el portugués Sr. Paulo Milheiro Maia ha hecho una concisa
historia del Arlequín, destacando los requisitos de esta nueva raza. Entre
nosotros, los jueces del comité encargado de
dar nuestro juicio y evaluación del Arlequín Portugués, reinó cierta
vacilación. Con la experiencia que yo tenía de mis anteriores visitas a Lisboa,
les di a mis colegas Jueces más aclaraciones, sobre todo al amigo alemán Delattre,
afirmando que esta nueva raza tenía realmente los requisitos para obtener un
resultado favorable. Todo esto fue posible por mi experiencia con el Arlequín
Portugués, durante los años precedentes por mis estancias en Lisboa. Y la
opinión de la Comisión de Jueces
expertos fue positiva ese año. Al año siguiente, en el Campeonato Mundial de
Ornitología esa opinión también volvió a ser positiva y se reconoció
internacionalmente al Arlequín Portugués.
En
el mundial de Oporto mi amigo Nicola Giordano me regaló una pareja de Arlequín,
dándome así la posibilidad de criar esta nueva raza. Criándola he podido
observar con más atención y valorar aquellas características que lo distinguen
de otras razas. No son solo las manchas lo que lo diferencian de otras razas;
son también la longitud (16 cm), la forma del cuerpo con la espalda recta, el
pecho robusto y prominente, la cabeza estrecha en forma de U en los ejemplares
de cabeza lisa, y la moña en los moñudos. La moña del Arlequín, tal como dice
el estándar, tiene forma de tricornio. La moña debe adaptarse a la cabeza bien
adherida, sin cubrir los ojos ni el pico. Se tolera que la parte posterior de
la moña esté ligeramente levantada, lo que nunca será una característica a
valorar, pues para que sea perfecta debe estar perfectamente adherida.
Todos
los Arlequines no nacen con las manchas melánicas exigidas en el estándar.
Algunos nacen casi todo melánicos, otros casi lipocromos. Si observamos
atentamente estos últimos ejemplares, casi unicolores, y aun sin moña, se
pueden ver muy bien que es diferente de un canario común la forma del cuerpo:
el paso de la cabeza al cuello y del cuello al pecho y a la espalda, debe estar bien definida, suave, y sin formar
ningún ángulo. La longitud, la cabeza, la posición son otras características
válidas. Con la introducción del factor mosaico, el diseño ha asumido la
coloración blanca, rosa y melánica, coloración que será de alta calidad si está
distribuida homogéneamente y de manera proporcionada incluso en las alas, cola,
patas y pico. La posición debe estar cerca de los 55º. La posición altiva y
fiera, con cuerpo bien levantado y la cabeza llevada bien alta. Las patas deben
ser fuertes, largas y ligeramente flexionadas,
con preferencia manchadas; la tibia será bien visible.
Visitando
algunas exposiciones o participando como expositor, he podido observar que una
buena parte de los Arlequines eran cruzamientos con canarios de color mosaico: la
menor longitud, la forma del cuerpo y la estructura de la cabeza eran los
testimonios de estos cruces. Para este tipo de cruces conviene hacerlos con
otras razas, en particular con el Moña Alemana.
Volviendo
al Arlequín Portugués, cuando se cría puro y bien seleccionado, se diferencia
claramente de las demás razas de canarios. Sería bueno en nuestra afición
eliminar todo cruce entre razas para poderlas criar en toda su pureza, y
disfrutar así de su belleza.