LA SELECCIÓN DE LA MOÑA
Este artículo es traducción de un apartado del libro Canaricoltura de Umberto Zingoni.
La
moña es un carácter mendeliano autosómico dominante. Por este motivo los
canarios provistos de moña son en casi su totalidad heterocigóticos, porque se
obtienen del cruce de ejemplares con moña con otro sin moña para evitar el
riesgo de ejemplares homocigóticos en los que la moña resulta patológica.
Refiriéndonos
a la moña normal hay que decir inicialmente que su peor enemigo es el surco retroocular
(o surco detrás del ojo).
El
surco retroocular es debido a una doble fila de plumas situadas detrás del ojo,
en la región del tímpano, las cuales en ciertos casos se desvían de la
dirección que siguen normalmente hacia abajo para unirse a las plumas de la
mejilla, y van hacia arriba. Se forman así dos pequeñas crestas de plumas, una
detrás de cada ojo.
Estas
crestas están más desarrolladas en los machos y en las razas grandes. Hay más
tendencia a formarse en los canarios rizados, como el Paduano y el Fiorino.
El
moño consiste en una anomalía del folículo de las plumas del vértice de la
cabeza, las cuales, en lugar de dirigirse hacia atrás, se dirigen hacia los
lados, más o menos como los pétalos de una margarita. Dejando aparte las
diferencias entre las diversas razas moñudas, se considera que una moña está
bien formada cuando sus plumas caen regularmente alrededor de la cabeza,
formando una moña redonda o un poco elíptica en el sentido de la longitud de la
cabeza. Si esta corona de plumas nace en una cabeza con plumas regulares tendrá
la máxima posibilidad de mantenerse simétrica y estar bien hecha.
Moña Alemana y de Gloster en las que se ve como las plumas irradian del centro hacia los lados en moña oval y redonda.
La
dirección de las plumas de una cabeza sin moña es un carácter genético, y por
lo tanto también lo es la cresta.
Si
una moña genéticamente bien hecha sale en una cabeza con cresta, ésta, en parte
se insinúa bajo las plumas de la moña, que provienen del centro de la cabeza, y
las mantiene más o menos levantadas. La moña adquiere una forma que ningún
estándar de las razas moñudas reconoce como correcto. De aquí la importancia fundamental que tienen los ejemplares consort
con una cabeza regular, sin crestas u otras irregularidades.
En este Fiorino la moña está levantada a los lados en la parte de atrás debido a las plumas de las crestas.
Si
queremos obtener ejemplares con buenas moñas, formadas correctamente según el
estándar de la raza y que por detrás se fundan perfectamente con las plumas del
cuello debemos disponer de dos características genéticas correctamente
expresadas en el fenotipo. Uno es una moña bien formada (plumas que nacen del
centro e irradian en todas direcciones), y este carácter lo porta
exclusivamente el ejemplar moñudo, y el
otro carácter es una buena cabeza del ejemplar consort: no debe tener crestas y
debe estar provista de plumas largas que tiendan a dispersarse lateralmente
formando cejas dirigidas hacia abajo.
Si
la distribución de las plumas de la moña es regular, la moña resultará más o
menos grande y más o menos correcta dependiendo de las siguientes dos
condiciones:
1.-
La moña será más o menos amplia si las plumas del vértice de la cabeza son más
o menos largas, es decir si tienen la propiedad de crecer mucho. La longitud de
tales plumas depende de la longitud del plumaje en general del pájaro. No
existe ningún pájaro de moña grande con plumas cortas. El crest, la raza con
mayor moña, tiene un plumaje muy largo.
El
carácter genético pluma larga lo pueden aportar ambos progenitores y en base a
la longitud de la pluma heredada, el
hijo tendrá una moña de diferente amplitud y más o menos correcta, porque las plumas de la
cabeza responde simultáneamente al factor “longitud del plumaje” y “dirección
del folículo”.
2.-
La moña se deforma con la presencia de las crestas. Este carácter es
cuantitativo y puede ser portado por ambos progenitores y los hijos serán más o
menos vistosos y desfigurarán más o menos la moña.
Tanto en el Rehilander como en el Lancashire se nota la moña levantada detrás del ojo debido a las plumas de la cresta
Como
las crestas son más evidentes en las razas grandes y en los machos, en las
razas que deben tener la cabeza lisa su presencia es un defecto más grave en la
hembra que en el macho y en los ejemplares pequeños es más grave que en los
grandes. Una hembra pequeña y con crestas debe ser excluida de la reproducción.
En
lo que respecta al Paduano, que es una raza de gran tamaño, es fácil darse
cuenta que las crestas tienen una presencia y una evidencia mayor que en otras
razas. Es probable que este hecho, al menos en parte, dependa de dos factores:
el primero es que en las razas rizadas las plumas tienen más tendencia a
curvarse que en las de plumaje liso, y esto se confirma en que aunque el
Fiorino es la raza rizada y moñuda más pequeña, presenta con bastante
frecuencia este defecto; el segundo factor puede ser que en la formación del
Paduano contribuyó mucho el antiguo Milanbianco, en los que la cresta estaba
muy desarrollada.
En
cualquiera de las razas moñudas, si el criador posee un ejemplar con moña
defectuosa, pero con otros caracteres corporales excelentes que desea
transmitir a los descendientes, como un buen cuerpo, puede usarlo cruzándolo con un consort de
cabeza excelente para sacar buenos
consort que tengan una cabeza conforme al estándar y un buen cuerpo. Estos
consort se cruzarán con ejemplares de óptima moña con el fin de obtener buenas
moñas y cuerpos mejorados, ya que el consort no hereda nada del carácter “dirección del folículo de las plumas
de la moña”
Hay
criadores que para obtener buenos consort, cruzan dos ejemplares moñudos con un
moño perfectamente formado, partiendo de que un buen moño solo puede estar sobre una cabeza lisa bien hecha, que
puede ser heredada tanto por los hijos consort como los corona. De este
cruzamiento se obtendrá un 25% de ejemplares consort y otros tantos homocigóticos
con pésimas moñas, pero indispensables si al año próximo solo se quieren
obtener ejemplares moñudos, los cuales no se resienten para nada del susodicho
moño patológico.
Es
indiferente que el macho o la hembra sean coronas o consort. Quien dice lo contrario
se basa en las opiniones de otros que por simple casualidad han obtenido
mejores resultados de un modo respecto de otro.